Ojos verdes

Hay un par de ojos verdes impresos en el interior de cada corazón.  En el mío están los tuyos, pequeños y claros, pero más que su aspecto, recuerdo cómo me miraron.

Conocí tus ojos mientras veían una partitura de Cole Porter junto a una alberca en Acapulco. Cuando se percataron de mi curiosa observación, te hicieron volverte con una sonrisa mientras me hacías conversación sobre la música y sus múltiples estrellas. Tus ojos verdes llegaron hasta mi alma.  Supe que me entendían y conocían como nadie antes ni después.

Quedamos de seguirnos mirando en otra oportunidad, así que tuvimos otros dos  breves encuentros en los que las palabras poco se usaron porque tus ojos podían verlo todo: mi desolación, desconcierto, inexperiencia y agradecimiento porque aun así, me veían bella, interesante y deseable.  Al final del túnel en el que yo vivía entonces vi la verde luz de esperanza que ofrecía tu alma, pero el miedo arisco me hizo aferrarme a la penumbra de mi tristeza tan cómoda y familiar.

–Me hubiera gustado conocerte mejor– me dijiste al despedirnos.

–A mí también– respondí.

Y en ese instante me hubiera ido contigo a tu isla lejana y lluviosa si esos ojos verdes tuyos me lo hubieran pedido… pero no logré siquiera preguntarte tu nombre.

2 comentarios

Archivado bajo Cuentos

2 Respuestas a “Ojos verdes

  1. joyceanne7

    Lo adoro, Martha! Gracias.

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