Eres luminoso como un sol. Tierno y espontáneo como un niño. ¡Cómo me gusta pasar los dedos por tus rizos cuando dejas que le ganen al peluquero!
Tu corazón es diáfano y libre, carente de malicia y quizá también ajeno a la empatía. Eres como esas flores que capturan la vista y embelezan sin mayores esfuerzos por conquistar aprobación, sólo por el simple hecho de ser. Así es como cautivan los niños; así es como cautivas tú.
Eres como ese muchacho que entra a una cristalería y se deja llevar por los ojos hasta una pieza que recoge con las manos. La mira admirado y la toca amoroso. La acuna en sus brazos y cuando la levanta para mirarla de nuevo se deslumbra, aparta la vista porque ha descubierto otra pieza que lo atrae.
Dejas caer la obra que tenías en tus manos con tal de sacar a la otra de su estante para acariciarla con tus ojos, tus dedos y tus palabras suaves.
No reparas en la ruina a tus pies sino hasta que mis astillas te hieren o crujen bajo la suelas de tus zapatos.
Un momento capturado…. muy bello. tkm